¿Cómo recuerda el cuerpo los traumas?

Los traumas no sólo afectan a la salud mental. Los efectos emocionales de sobrevivir a un trauma son bien conocidos, pero mucha gente no se da cuenta de hasta qué punto puede afectar al bienestar físico. Esto se debe a que el cuerpo retiene el trauma mucho después de que haya pasado el suceso en sí. Buscar tratamiento y procesar sus experiencias traumáticas puede ayudarle a encontrar alivio a estos síntomas físicos.

¿Por qué se siguen sintiendo los efectos del trauma en el cuerpo mucho después de que la experiencia haya terminado? ¿Y qué significa realmente que el cuerpo "retenga" el trauma? A continuación se explica cómo un trauma puede provocar síntomas físicos y cómo responde el cuerpo a un trauma.

Amígdala hiperreactiva

Tras una experiencia traumática, la amígdala se hiperactiva. Esta parte del cerebro activa la reacción de lucha, huida o congelación. Básicamente, la amígdala envía señales al cuerpo para ayudarle a sobrevivir o escapar de situaciones amenazantes. Se trata de un mecanismo de protección que cumple una importante función evolutiva.

Pero incluso cuando un suceso traumático ha terminado, la amígdala puede seguir enviando estas señales, a pesar de que usted se encuentre físicamente a salvo. Esto mantiene elevados los niveles de cortisol, lo que hace prácticamente imposible que te relajes por completo. Puede sentir que está "al límite" en todo momento.

Dificulta el funcionamiento ejecutivo

Cuando la amígdala está hiperactiva, puede impedirle realizar otros procesos cognitivos cruciales. Por ejemplo, un trauma no procesado puede limitar el funcionamiento ejecutivo, facilitado por el lóbulo frontal.

Cuando tu cerebro piensa que tiene que dedicar más energía a la supervivencia, puede que te cueste concentrarte en las tareas, tengas problemas para tomar decisiones o para mantenerte presente en tu día a día. Básicamente, el trauma le preocupa y le impide dedicarse a otras tareas o áreas de interés.

Respuesta de supervivencia desencadenada

Como ya se ha señalado, sufrir un trauma desencadena una respuesta de supervivencia del cerebro y el cuerpo. Esta respuesta puede conducir al desarrollo de desencadenantes. Encontrar un desencadenante que le recuerde su trauma vuelve a activar esa respuesta de supervivencia.

Un desencadenante puede ser prácticamente cualquier cosa. Este término puede aplicarse a personas, lugares, situaciones, sonidos, olores, vistas, objetos o incluso estados emocionales.

Reducción de la tolerancia al estrés

Los efectos del trauma pueden reducir su tolerancia general al estrés. Es posible que antes pudieras afrontar situaciones estresantes de forma saludable. Pero ahora, incluso los factores estresantes menores pueden dispararle. De hecho, puede que le resulte difícil gestionar incluso las responsabilidades básicas del día a día.

Puede que prefieras quedarte en casa en lugar de salir y ver a tus amigos, simplemente porque no quieres encontrarte con desencadenantes. Puede resultarte difícil seguir con tus aficiones habituales porque el trauma está minando tu energía. Puede que notes que tu rendimiento en el trabajo disminuye porque ya no puedes soportar la misma carga de trabajo.

Síntomas físicos

Como los traumas se almacenan en el cuerpo, puedes acabar padeciendo síntomas físicos. Esto puede afectar drásticamente a tu calidad de vida. Puede que incluso te preguntes si se trata de una enfermedad, pero los efectos del trauma pueden ser tan importantes que imitan a los de las enfermedades crónicas.

Por ejemplo, el insomnio puede mantenerle despierto por la noche, dejándole agotado durante todo el día. Puede experimentar tensión muscular que le provoque dolores duraderos o dolores en el pecho que le hagan preocuparse por su salud cardiaca. También puede acabar padeciendo fuertes dolores de cabeza o migrañas.

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¿Sospecha que un trauma del pasado está afectando a su salud física? Trabajar con un terapeuta puede ayudarle a curarse. Póngase en contacto con nosotros para discutir sus opciones para programar su primera sesión de terapia de trauma.